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COSTUMBRES PRIVADAS |
Con
estas palabras Agustín Zapata Gollán describe a una de las figuras
claves del nuevo orden americano, el conquistador: ...”entre
blasfemias y plegarias iban aquellos hombres en una dolorosa
peregrinación atravesando el infierno de
sus miserias con la mirada fija en un oasis que les levantaba y
sostenía. Sólo las
figuras alucinantes y torturadas de España pudieron trillar así el
camino de las Indias. No tenían la mesura y el equilibrio de los
hombres de negocio, sino el dinamismo que requería la empresa
descomunal que realizaban”. Habían abandonado una España
“guerrera y mística” movidos,
en su mayor parte, por la
codicia o el “espíritu de cruzada” propio de ese país y de esos
tiempos. Conquistaron tierras extrañas buscando lugares donde la
realidad se mezclaba con la leyenda. Fundaron ciudades en las que
convivieron con otros hombres y mujeres a partir del establecimiento
de relaciones económicas, políticas y culturales de dominación.
Dice Zapata Gollan “Entre los conquistadores había hombres de toda
laya y catadura, truhanes, mendicantes y perdularios de vida
estrafalaria y pícara que sólo buscaban acrecentamientos y medros
personales; soldados de costumbres relajadas y sueltas que entonaban
“coplas viciosas de amores, pecadores y llenas de mocedades”,
aprendidas en todas las mancebías de España; y caballeros y
cortesanos atildados y pulcros, codiciosos de tesoros y joyas,
valientes y esforzados en la guerra que sabían nutrir sus discursos
con doctas sentencias acerca de las vanidades terrenas” |
La
Santa Fe del período colonial temprano fue una ciudad relativamente
pobre, en donde los días transcurrirían en una aparente rutina de
calma pero esa tranquilidad y quietud se encontraría, muchas veces,
sacudida por disputas, intrigas, pleitos y pasiones, que involucraban
a estos soberbios y orgullosos hombres. Las disputas se originaban, en
su mayor parte por intereses materiales pero sin duda también por
celos frente al amor de alguna mujer, sobre todo el de las hermosas
indígenas. Apunta Zapata Gollan “Los conquistadores vivían como moros
(...) pues algunos tenían hasta veinte mujeres indígenas (...)
Perdidos en la vastedad misteriosa de la tierra dejaban retozar la
tropilla cimarrona de sus instintos. Semejaban tipos de aquelarre
cuando se disputaban desaforadamente el amor de hermosas guaraníes
matando y mutilando por celos, no sólo a los indios, sino también a
los mismos cristianos. En los coros que se formaban en las horas
tediosas del atardecer, era el tema obligado de las conversaciones.
Allí se hablaba de muchas cosas, entre ellas de las correrías
amatorias de los capitanes”.
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En
Santa Fe, la primera ciudad urbanizada del Río de la Plata, los
habitantes llevaban una vida sencilla, conociendo las apretaduras de
la pobreza. Las casas, generalmente, tenían una sala y dos aposentos,
con sus corredores y colgadizos; la cocina y una despensa en el patio
y luego el traspatio y el corral rodeado de tapias. El perchel servía
de depósito de cueros o de las fanegas de trigo, herramientas y
alguna canoa. La provisión de agua
para el consumo se hacía por acarreo de baldes desde el río;
las familias que habían caído en la desgracia de la pobreza lo hacían
de noche para no mostrar la vergonzante falta de sirvientes,
posteriormente el agua, era depositada en grandes tinajas o en jarras
para aseo personal.
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Vida cotidiana. Florián Paucke
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En
lo que se refiere a la higiene se
recurría al río, lo que hacía que no fuera una práctica cotidiana
en los meses de invierno, mientras que en verano esta actividad
resultaba un encuentro diario de los distintos estratos sociales.
Las
actividades diarias dependían de la ubicación en el tejido social y
del género, los hombres se ocupaban de los oficios capitulares, del
cultivo de las chacras en tierras próximas a la ciudad, de las vaquerías,
del comercio y de oficios como herreros, carpinteros, sastres, etc.,
indispensables para la vida en la ciudad; entre tanto, las mujeres se
dedicaban a las tareas domésticas y a las labores.
Las
apacibles jornadas se conmovían cuando repicaban las campanas los días
de fiesta, llamando a los procesiones que ordenaba el Cabildo ante el
peligro de los desbordes del Paraná, o de una epidemia de tabardillo,
o por las mangas de
langostas que oscurecían el sol y talaban los sembrados o por la
plaga que iba acabando con las viñas o por la muerte de algún
vecino. El redoble de un tambor que anuncia la lectura de un bando
también inquieta a la ciudad: puede ser para llamar a una muestra de
armas para la guerra contra el indio o para el socorro de Buenos Aires
amenazado por piratas que merodean en el Río de la Plata.
La
presencia de seis iglesias y el hallazgo en las excavaciones de
numerosísimas medallas religiosas, más los rosarios, cruces,
crucifijos y otros objetos vinculados con la Fe indican que
estos santafesinos conformaron un pueblo devoto, aunque no todas sus
creencias se vinculaban a la Fe católica, también se exhumaron en
las ruinas de la primitiva ciudad amuletos y talismanesrelacionados
con magia y supersticiones,
como higas, veneras, ouroborus, etc.
Las
calles polvorientas de la vieja ciudad quedarían desiertas a la hora
de la siesta, costumbre que aún perdura entre los santafesinos, y
recién más tarde se comenzaría nuevamente con las rondas de mate,
que degustaban en tazones alargados llamados bernegales. |
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Aclaraciones
y vocabulario |
Agustín
Zapata Gollán: (1895-1986) abogado, xilógrafo, poeta
e historiador santafesino que, a partir de 1949, siendo director del
Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales, exhumó las Ruinas de Santa Fe la Vieja.
Mancebías:
burdel.
Perchel:
galpón donde se encontraba la atahona y enseres del
campo.
Tabardillo:
fiebre grave con síntomas nerviosos.
Muestra
de armas: exhibición que hacían los vecinos de las
armas con que contaban para defender la ciudad.
Higas:
amuleto difundido por los árabes en España, muy usado por la realeza
en las joyas. Servía para conjurar el mal de ojo.
Veneras:
o valva de marisco, fue uno de los más antiguos
amuletos, se lo usaba para librarse de los peligros y accidentes de
viaje.
Ouroborus:
anillo que representa a una serpiente mordiéndose la cola, es
símbolo de la naturaleza y de la vida en su continuo retorno , que
del final de cada ser hace surgir un nuevo símbolo de vida.
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Textos |
Paula
Busso y Rosalía Aimini. Servicios didácticos del D.E.E.C y
Asociación Amigos de S.F.L.V. Marzo de 2003 |
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